Mantener el patrimonio es amar nuestra ciudad
Son varios los edificios y enclaves históricos que han sido restaurados en Alaior. Uno de los más importantes, y cuya recuperación lleva años en marcha es el convento de Sant Diego. Conocer su historia, a través de sus paredes, es aprender a querer un poco más la ciudad. Por eso queremos hablaros de este emblemático conjunto.
La fundación del convento de Sant Diego
Era el año 1229 cuando el rey Jaume I conquistó Mallorca. Y, poco a poco, consiguió expandir su reinado a todas las islas del archipiélago balear. Fue en ese momento en el que la orden de los monjes franciscanos, ya establecidos en la península, llegaron a las islas. Y en 1629 se asentaron también en Alaior, en un convento dedicado a la advocación de Sant Dídac, o Sant Diego, como se le conoce popularmente. Ese primer uso religioso duró hasta el año 1835, cuando pasó a servir a fines militares. Y, posteriormente, se destinó a uso civil. Las distintas modificaciones que sufrió el conjunto arquitectónico ocultaron su finalidad inicial, y pasó a llamarse popularmente Pati de Sa Lluna.
Ya en el siglo XX, las actividades culturales que tuvieron lugar dentro del edificio, especialmente en verano, ensalzaron aún más el nombre del Pati de Sa Lluna. Los vecinos de Alaior comenzaron a usar el término “Festes dins de sa Lluna” para referirse a los festivales culturales que se celebraban en claustro.
Siendo conscientes de la importancia arquitectónica e histórica del edificio, Alaior consiguió que el convento de Sant Diego fuese declarado Bien de Interés Cultural en 1993, dentro de la categoría de monumentos. Fue a partir de entonces que se inició un proceso de recuperación -primero de propiedad, pues el edificio estaba repartido entre dueños privados- para devolver el aspecto original al conjunto arquitectónico. En 2004, el Govern de les Illes Balears consiguió la titularidad pública del convento y empezó los trámites para su restauración.
Vuelta a los orígenes
El trabajo de recuperación y restauración del espacio se ha centrado principalmente en quitar capas de obra que ocultaban el aspecto original del convento de Sant Diego. Uno de los principales atractivos, que se encuentran precisamente en el patio del convento, son las pinturas murales o grisallas, descubiertas accidentalmente en 1994.
Estas obras pictóricas, que pueden verse en la planta baja y el primer piso, desvelan escenas e historias vinculadas a la orden de los franciscanos que fundaron el convento. Además del valor histórico, las grisallas reflejan de forma fiel el estilo clásico renacentista que imperaba en las Baleares desde el siglo XV. Aunque las grisallas de Sant Diego datan del siglo XVII.
El tiempo y la cal, usada para proteger la piedra de marés con la que se elevaban las construcciones menorquinas, hicieron estragos en un patrimonio que las administraciones se han empeñado en recuperar para el gran público. Y ayudar así a querer un poco más la historia de Alaior.
Hay que destacar que, una vez concluidas las obras, el convento de Sant Diego albergará en su interior el Centro de Cultura Gastronómica de Menorca.
Asociada al convento, la sala de Cultura de Sant Diego acoge actualmente numerosas muestras artísticas y es lugar de referencia para celebrar actos culturales de todo tipo.
Aunque el convento sigue su proceso de restauración, se han programado visitas guiadas gratuitas al mismo, hasta el 5 de junio. Las visitas se realizan los martes, jueves y sábados en dos turnos, a las 10 y 11.30h. El punto de encuentro es la puerta principal de la Sala de Cultura de Sant Diego. Las reservas deben realizarse a través de Whatsapp al número 676 032 638.
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