Llegasteis a Alaior de noche, y apenas tenéis noción del tamaño de la isla y sus posibilidades. Tras una plácida noche en uno de los cuidados agroturismos del municipio, el sol se levanta espléndido por el este. Y lo que más apetece en una fresca mañana de primavera es salir a tomar un café y probar la famosa repostería menorquina. Así que, ¿qué tal un paseo en coche de escasos minutos para descubrir durante un día el corazón de Alaior?
Una mañana histórica
Lo mejor que podéis hacer es dejar el vehículo aparcado en alguna zona lejos del centro. Lejos, en Alaior, es relativamente cerca, pues los paseos no suelen alargarse más allá de media hora de un lugar a otro. Tenéis diferentes bolsas de aparcamiento en varios puntos de la ciudad, por lo que no será difícil encontrar sitio.
La primera parada será para el café con algún dulce típico, como los “crespells” o “pastissets”. Si os tira más lo salado, un “flaó” es una opción deliciosa. La mañana se os hará corta solo con el paseo relajado. La historia de la ciudad se refleja en las bonitas calles empedradas y rincones con encanto. Las cuidadas fachadas de las casas del centro se funden en armonía con los edificios históricos del centro.
Tras el desayuno, podéis callejear para ir descubriendo todos estos rincones especiales, como “Sa Costa des Pou”, “S’Escopinya”, “Dalt ses Penyes”, el puente de la calle Sant Josep o “Es Pla d’en Borràs”. ¿Os apetece hacer algunas compras? La calle des Ramal está llena de comercios emblemáticos y pintorescos en los que perderos un rato.
Una de las visitas que podéis realizar durante la mañana es el convento de Sant Diego y el Pati de Sa Lluna, recientemente reformado. En estos momentos, sigue transformándose y recuperando los secretos de las pinturas murales que cubren las paredes del claustro, unos frescos de finales del siglo XVIII.
Otra buena visita histórica a realizar durante la mañana son las casas consistoriales. Allí podréis ver uno de los patios cubiertos más bonitos de la ciudad y aprender un poco más de su fundación, que data del año 1304.
Y como visita obligada para profundizar en la historia de Alaior, tenéis la iglesia de Santa Eulàlia. Ubicada en el punto más alto y visible desde la carretera, este templo es el centro neurálgico de la construcción de la ciudad, allá por el siglo XIV. Con toques barrocos y renacentistas, el templo de Santa Eulàlia ofrece también una visión más actual de la historia, con visitas guiadas durante el verano a unos túneles que se construyeron durante la Guerra Civil.
El edificio de Can Salort, actual sede universitaria, el impactante rojo del edificio de Baixamar 56, las exposiciones en la recogida Capella de Gràcia o los molinos repartidos por toda la ciudad, también pueden convertirse en estampas de bonitos recuerdos de vuestra visita.
Parada para recuperar fuerzas
Al mediodía, tenéis varios locales en los que recuperar fuerzas. Desde pequeños establecimientos en los que degustar tapas hechas con productos locales a bares históricos en el pueblo. Una opción con mucho encanto es sentarse en una terraza de alguna de las plazas principales del centro, como Es Ramal o la céntrica plaza de la Constitució.
Esencia rural al atardecer
Por la tarde, seguro que os apetece una buena caminata para bajar la comida. Un bonito paseo es el que sale de la ciudad por la zona norte hacia el cementerio. Tras cruzar el centro histórico, llegaréis a la ermita de Sant Pere Nou, otra parada histórica para conocer más a fondo la ciudad. Las vistas desde la zona verde que rodean este pequeño templo bien merecen unos minutos de atención. La caminata discurre por una pequeña carretera campestre, perpetrada por la típica “pared seca” que separa los terrenos de toda la isla. El entorno rural del cementerio se cruza con una de las calzadas más famosas de Menorca: el camino de Kane, construido durante los años de dominación británica.
A vuestra vuelta, aprovechad para hacer algunas compras, como provisiones de bollería tradicional para el día siguiente.