Salustiano


Sevilla, 1965

“De pequeño viví en el campo. Junto a nuestra casa había un terreno de cultivo acotado por dos caminos y una acequia que una mañana amaneció cubierto de amapolas. Parecía que se habían puesto todas de acuerdo para abrirse a la vez. El rojo de las flores era tan compacto que parecía una bandera roja. No, no parecía una bandera, la densidad del rojo y la vibración de la superficie tenían la calidad de la sangre, de un lago de sangre. Pero no era la sangre derramada que cantó Lorca, era una sangre de vida, como la que fabrican los corazones enamorados, con doble ración de oxígeno.

Poniendo mucho cuidado en no estropear ningún pétalo, me adentré fascinado en el macizo de amapolas. Al llegar al centro me tumbé boca arriba y, embriagado por la saturación de color y la voluptuosidad del olor a opio, cerré los ojos. Noté que las amapolas se mecían al unísono a mi alrededor como esos bancos de peces que parecen uno solo. La brisa hacía que las flores, al moverse, produjeran un sonido agradable y sofocado, como cuando escuchas música de fiesta a través de una pared. O como deberá percibirse la vida desde el útero de nuestras madres. Abrí los ojos y vi un avión diminuto que cruzaba el cielo. Entonces imaginé cómo se me vería desde allí. Un cuerpo delgado, menudo y pálido recortado por una superficie roja y plana.

Desde entonces procuro mirar la vida desde afuera. Fue así como aprendí a contarla por dentro.”

“El rojo es un color lleno de contradicciones e intenciones. El rojo tiene el poder de ir más allá de su propia condición de color. Es más que un color, es un símbolo que provoca sentimientos de belleza, de absoluto, de ausencia de tiempo, de tranquilidad.”

“En 1992, en un viaje que hice por Italia, tuve la ocasión de ver el renacimiento en vivo, y esto me hizo pensar que si quería hacer algo en el terreno del Arte tenía que ser de esta hondura.

Pensé que había mucha técnica porque eran pinceladas que no se notaban a través de mucha veladura, pero era también la composición, el ritmo.

Cuando yo estuve delante de cuadros del Renacimiento y consiguieron emocionarme, yo analicé qué era lo que me estaba emocionando de ese cuadro. Desde luego no era el tema, porque eran temas bastante banales: la Virgen María, el niño Jesús, San Juan de pequeño... Y desde luego sí era la estructura matemática, la composición, ese claroscuro tan delicado en que tú no veías la mano del hombre. Cuando tú estás viendo un cuadro del Barroco, de Velázquez por ejemplo, ves esas pinceladas que son absolutamente magistrales pero estás viendo que han sido puestas y sabes cuál ha puesto primero y cuál después, incluso cuál ha sido la que le ha dado esa magia. En cambio, en los cuadros del Renacimiento no sabes, no ves, te preguntas ¿cómo ha conseguido este claroscuro tan suave? Y también me fijé en el posado y colocación de las figuras. La mayoría de las veces, el personaje se gira, en lugar de colocarse de frente. Las posibilidades de sugerir al espectador, se acortan muchísimo si alguien está haciendo algo concreto porque la historia se empieza y se termina ahí pero si alguien está mirándote con un cierto gesto muy suave, la capacidad evocadora se multiplica.”
“El Arte tiene más vínculo con la religión que con cualquier otro concepto. Quiero que una obra de arte sea algo sagrado, entonces intento elegir los mejores materiales que están a mi alcance.

Quiero que la técnica sea tan cuidada que ni siquiera llame la atención. Yo pensé que el ser humano no se movía muy bien dentro de una libertad absoluta, y que estas piezas que tanto me emocionaban estaban hechas con un montón de limitaciones (presupuestos, contratos donde se especificaba cada gramo de pigmento utilizado, etc...). Yo me impuse limitaciones, a partir de ahora iba a pintar con un fondo plano y vacío, la representación de una figura humana y un determinado formato.”

“Creo que en un principio el que más me pudo influir fue Ghirlandaio que usaba una paleta muy fuerte, era muy limpio y elegante, con un punto metálico también. Podría ser el más flamenco de todos los pintores renacentistas, era un poco rígido y eso me gustaba. Luego con el tiempo, me gustó mucho Durero o Holbein. Además hay que sumarle artistas que han tomado como referencia la pintura renacentista como puede ser Otto Dix, uno de mis artistas preferidos, maestro en las posturas que comentábamos y con mucho cuidado en cómo pone la pintura. En fotografía, por supuesto, Pierre Gonnord, indiscutiblemente conectado a mi trabajo.”

“Cuando alguien me dice «tengo un modelo perfecto para ti» casi nunca acierta. Siempre es demasiado guapo, demasiado guapa. Tiene que tener algo especial, un toque espiritual y mirando atrás sí que creo que todos tenían algo en común y es una generosidad física. Es decir, se puede ver que esa persona está dispuesta a dar. Ese podría ser el rasgo común que tienen o que han tenido todos mis modelos.Hay mucha diferencia entre un modelo y otro. Para mí son como actores, quiero transmitir un sentimiento en un cuadro y el vehículo es una persona, un modelo.”

“Un cuadro te puede emocionar igual que una pieza musical si está bien resuelta y bien contada.

Quiero que mis cuadros funcionen como una poesía”. “Yo busco transmitir serenidad, busco transmitir una cierta espiritualidad, y belleza. Quiero que el cuadro emocione por sí solo, sin ningún tipo de prospecto. Para mi, todas las interpretaciones del espectador son válidas”.

“Aún hoy cuando todos en la ciudad duermen y la luz de mi estudio está encendida, y yo pinto tan aplicadamente como cuando de pequeño me peinaba con agua el pelo para ir al colegio, sigo pensando que podemos transformar la vida hasta que se parezca a aquello que deseamos“.

Obras Expuestas

  • Jorge”, óleo sobre lienzo, 2000.
  • “Hombre”, óleo sobre lienzo, 1994.
  • “Mujer”, sanguina y lápiz sobre papel, 1994.
  • “Niña en tondo”, sanguina y lápiz sobre papel, 1994.
  • “Jorge”, dibujo sobre papel, 1994.